
Escapa a nuestro conocimiento los nombres de tantos hombres que han empuñado su volante, deleitando a chicos y grandes, vecinos y extraños con su pitada, el silbido que producía el escape del vapor de agua, el campaneo metálico de sus gigantescas ruedas y el crujido angustioso de las piedras trituradas a su paso.
Un carro acoplado era el complemento indispensable para el transporte de ripio desde el pedregoso Barrio Itacurubi hasta las bajas calles céntricas y sus infaltables pasajeros eran bulliciosos niños que alegraban con sus travesuras la pesada labor de los obreros.
Y así pasaron casi cincuenta años , medio siglo al servicio del afirmado de las calles de Concepción, justificando el elevado costo de su adquisición.
Hurgando los documentos se entresaca que dicha aplanadora fue adquirida por la Municipalidad, en tiempo del Intendente Rodolfo Schreiber en el año 1913, con garantía de la sucursal del Banco Mercantil, a quien la Municipalidad tuvo que pagar posteriormente.
De ello se deduce que la Aplanadora habrá llegado a mediados del año 1914.
Posteriormente se le tuvo que acoplar un carro a la aplanadora que también fue garantizada por el mismo Banco.
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