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viernes, 11 de noviembre de 2022

DOÑA TRIFONA FRANCO DE ISNARDI y ANTONIO MARTIN ISNARDI PEDROZO

Doña Trifona Franco, casada con Antonio Martin Isnardi Pedrozo, inmigrante italiano con mentalidad empresarial, que llegó a Concepción en la decada de 1880.

Doña Trifona era una mujer de temperamento fuerte pero cordial, modesta y sencilla. Cabe destacar las beneficiencias dejadas, tales como: la donación de 300.000 pesos fuertes para la Sede de la Escuela Normal, construcción de un pabellón del Hospital Regional en la década de 1920 y otras tantas donaciones de esta benefactora de la sociedad paraguaya. Ayudó a su sobrino Manuel Franco a estudiar y escalar las anheladas cumbres de sus aspiraciones. 

El Ing. Hugo Roberto Delfín Sienra Isnardi, su nieto, recuerda alguna versió  anecdótica de su abuela. 

Se cuenta que era muy eficiente en e comportamiento, en el horario. Una anecdota que dos chicas sobrinas vienieron de Asunción y estaban esperando a sus candidatos que viajaban en el barco de la carrera. Doña Trifona les dijo que era  conveniente preparar algo para recibir a sus festejantes. La condición era que las dos chicas amasaran para la preparación del almuerzo. 

Comenzaron a trabajar y la señora estaba observando que no hacían nada, pues no entendian nada, entonces doña Trifona se hizo cargo y empezó a amasar, lo que en 40 minutos no hicieron las chicas, ella lo hizo en 5 minutos con una habilidad especial. Después llegaron los caballeros y les dijo la Señora: imagínese Señores, como saben cocinar las señoritas.

Versallesca mansión, la más pura en su estilo. Tenía balcones artísticos de hierro colocados con antepecho de cilindro de bronce, sin igual en todo el país. También lucía mármoles en las entradas y mayólicas en su zaguán.

La pareja Doña Trifona Franco y Antonio Isnardi eran dueños de la famosa y primitiva casa Isnardi, actual sede del Banco de la Nación Argentina, que se encuentra a una cuadra de la otra casa de la familia, más conocida como la “Mansión Isnardi” (actual sede de “Delirios”)









Otros caso interesante en un enfrentamiento entre el Regimiento "2 de Mayo" y "3 Corrales", en la ciudad de Concepción, en noviembre de 1937 - cuenta el Ing. Sienra- salimos a las 5 de la tarde frente a la casa (hoy ex-casa Isnardi) a 4 cuadras del puerto, vimos que la Cañonera estaba desde lejos vigilando. Luego entramos otra vez y sale preguntando doña Trifona, si teníamos hambre?, le contestamos: no, abuela! no tenemos hambre, e igual se tuvo que preparar la cena. 

Doña Trifona Franco de Isnardi, tiene pendiente en su haber un reconocimiento de la comunidad concepcionera.

El Señor Antonio Isnardi 


Era socio de “Isnardi, Alves y Cia”, una firma sucesora de la “Matte Larangeira” y la “Larangeira, Mendez y Cia”. Dicha firma ocupaba 25.000 hombres en los trabajos de elaboración y transporte de yerba, agricultura é invernadas de animales. 

Poseía además: la Fazenda “Santa Virginia” en el estado de Matto Grosso, con una extensión de 75.000 hectáreas, con 15.000 cabezas de ganados vacuno y 2000 de caballar; la Fazenda “Caracol” en el mismo estado de 120.000 hectáreas, con 10.000 cabezas de vacuno y 1000 caballos; Fazenda “do Perdido” de 55.000 hectáreas con 5.000 vacas, y 500 caballos, la estancia “Agüerito” en el Paraguay, de 25.000 hectáreas de extensión, con 7.000 cabezas de ganados vacunos y 1.000 de caballar.

Disponía de una vía férrea en Matto Grosso, 3 vapores chatas 2 pontones en Alto Paraná, 20.000 bueyes, 1.500 mulas y caballos, 600 carros de bueyes y 80 carros de mula.

Tenía dos oficinas mecánicas, aserraderos á vapor, 5 talleres de carpintería y 5 de herrería.

Fuente: Extraído del Libro "Manuel Franco" de Dr. Juan Samaniego - Facebook

domingo, 8 de diciembre de 2019

Las abuelas que revitalizan la lengua guaná para preservar la identidad de su pueblo

Son cuatro abuelas de la comunidad indígena Río Apa del pueblo Guaná, distrito de San Lázaro, Concepción. Estas mujeres y los miembros de la comunidad superaron las dificultades y articularon acciones para evitar que la lengua caiga en el olvido ante el peligro inminente de extinción.


Esta comunidad está compuesta por 120 personas y se encuentra a siete kilómetros de la planta cementera de Vallemí. La historia de este pueblo se pierde en el tiempo. Sus originarios provienen de la zona del Chaco (Puerto Sastre) y hace 40 años están asentados en el Departamento de Concepción.

La lengua guaná es hablada solamente por estas cuatro abuelas: Lucía Martínez, Vicenta Sánchez, Azucena Portillo y Modesta Sosa. Sin ellas, muere una forma de ver el mundo desde la cultura y realidad de este pueblo indígena.

Hace cinco años nació la idea de enseñar a los niños, jóvenes, mujeres y varones para revitalizar esta tradición que se fue perdiendo con el paso del tiempo, el contacto con el idioma guaraní y la diáspora que obligó al pueblo a abandonar sus tierras en la Región Occidental.

La tarea no fue fácil, pero se encaminó con la acción de la Secretaría de Políticas Lingüísticas y el apoyo del cacique Miguel Cuellar. Se fortaleció la idea de preservar y fomentar la identidad de esta familia lingüística de los Maskoy. En Paraguay hay 19 etnias y cada una tiene su propio idioma. Hoy la cita con las abuelas forma parte de la rutina de esta comunidad.

Los sábados se hacen los encuentros con los niños y jóvenes (en horas de la mañana). Luego con las mujeres. Los domingos se repite con los varones. Una escuela abierta donde las vivencias y el encuentro ayudan a recuperar la memoria del pueblo.

Dramatizar la vida cotidiana como estrategia

Ramón Barboza, de la Dirección General de Documentación y Promoción de la Lengua Guaraní (Secretaría de Políticas Lingüísticas), es uno de los colaboradores que acompaña el proceso de esta comunidad. Rescata que al inicio avanzaron principalmente con los niños y jóvenes que fueron aprendiendo algunas palabras sueltas como los nombres de animales, los cubiertos así como el saludo.

Para motivar más a la comunidad, sumaron algunos cantos infantiles que fueron estructurando al traducir algunas palabras del guaraní. Lo sorprendente es que la idea de dramatizar algunas escenas de la cotidianeidad de ellos tuvo una aceptación principalmente en los jóvenes y mujeres.

“Se trató de dramatizar la vida cotidiana de ellos en su idioma. Funcionó. Aprendieron más rápido cuando ensayaban porque todos vienen a mirar, repiten las palabras y así van memorizando la lengua entre todos los miembros de la comunidad. Les gusta a los niños, a los jóvenes. Y muchos se prestaron para la actuación. Sin miedo y temor", afirmó Barboza.

"Superaron la timidez para actuar”, agregó. Hoy en las conversaciones mezclan el guaraní con el guaná. El desafío ahora es formular oraciones para que puedan decir completamente en la lengua originaria.

Una actividad que ayudó a levantar la autoestima de la comunidad fue un conversatorio que se realizó en el 2017 en la Gobernación de Concepción. Allí analizaron el impacto y la importancia de conservar la lengua. Esto motivó a que sigan trabajando y abriendo camino.

Para el líder cacique hubo avances significativos y desafíos para seguir trabajando por conservar la lengua. Es consciente de las limitaciones que pueden surgir el entorno.

“Hicimos una reunión con las abuelas y siempre pensamos cómo recuperar nuestro idioma. Entendemos lo que dicen, pero no podemos hablar. Hay que recuperarla, ya nadie habla. Que va pasar cuando todas mueran”, significó.

Además de la lengua, las abuelas enseñan a los jóvenes algunos trabajos de artesanía para hacer pantallas, sombreros, canastos diferentes, el kyha de caraguata.


Documentación

La idea de recuperar la lengua guaná se conjugó con el trabajo del lingüista estadounidense Shaw Nicholas Gynam, luego de que se haya logrado un acuerdo de trabajo con la Secretaría de Políticas Lingüísticas para iniciar un proceso de documentación de la lengua.

El trabajo consiste en el diseño de recomendaciones para la grabación, caracterización del alfabeto guaná y más adelante de un diccionario del idioma que será utilizado para la alfabetización del pueblo.

Ante algunas dificultades que se presentaron, más adelante contactaron con otro lingüista alemán que vive hace 30 años en el Chaco y está casado con una mujer nativa. Conoce a fondo la lengua, hasta conversa con las abuelas. Hizo un trabajo de investigación con algunas publicaciones. Están trabajando y dando forma.

Si todo avanza, para el 2020 podrán presentar el diccionario que estará en cuatro idiomas: el guaraní, el guaná, el castellano y el inglés.

Una acción que servirá para afianzar el trabajo es que el próximo año se implementará en la educación indígena, en cada escuela de cada una de las comunidades, el que puedan dedicar media hora para conversación entre docentes y alumnos. La pérdida de la lengua no solamente se da con el guaná, sino también en otras comunidades.

La Diáspora

Los originarios del pueblo Guaná vivían en la zona del Chaco, específicamente en Puerto Sastre, departamento de Alto Paraguay. Las grandes empresas tanineras compraron todas las tierras para la instalación de fábricas cuando se vendieron todas las tierras públicas en la década de los 70.

Fueron obligados prácticamente a trabajar con los paraguayos en las tanineras, los quebrachales y en el arado con bueyes.

Comenzaron a aprender a utilizar el guaraní debido al contacto con los trabajadores. De a poco fueron perdiendo su lengua. En 1962, Puerto Sastre se vende con unas 330.000 hectáreas a una empresa italiana y ellos son expulsados de sus tierras.

Comienza la diáspora del pueblo Guaná. Primero se ubicaron en un puerto, en un lugar llamado Cerrito. Un tiempo subsistieron con víveres gracias a la ayuda de los religiosos. Lograban trasladarse hasta una estancia de la familia Casado, y cruzaban a Vallemí en canoa para hacer changas (lavar ropas, barrer y los hombres limpiaban patios).

Pasaron algunos años así hasta que se empezaron a instalar en los alrededores de la cementera. Hacían ranchos de cartón y tambor para su techo. De a poco se fueron quedando en el lugar, ante el peligro de cruzar diariamente el río. Luego, se dispersaron.

Algunos fueron nuevamente al Chaco para trabajar con los menonitas y otros fueron a Asunción. Los integrantes de esta comunidad asentados cerca del río Apá actualmente se dedican a vender hierbas medicinales y escobas de karanday.

Cuentan con una huerta de proyecto Proders y producen tomate y locote en Vallemí. Algunas mujeres trabajan de empleadas domésticas; mientras que los varones, algunos tienen trabajo en el INC en forma temporal. Luego van a las estancias para hacer limpiezas y cuidar el alambrado.

Publicado en UH - Por Roberto Santander

sábado, 21 de abril de 2018

Una anécdota de la historia

LA VENGANZA DE DON CAYO

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"¡Ha Quevedo tiempo...!" solían decir las gentes de esa generación al rememorar aquel no lejano periodo en que esos señores monopolizaban el comercio y controlaban todos los movimientos en la zona de Concepción. Para tener una idea de dicha época, habría que hacer un análisis ligero de la forma en que se vivía y de la costumbre del pueblo campesino. Sabido es que por esos años no existían aún los medios de transporte motorizado ni buenos caminos ni telégrafos; sin embargo, la vida se deslizaba más tranquila, había menos problemas y hasta parecía que se andaba más feliz.

Cuéntase que los señores Quevedo tenían en actividad más de quinientas carretas que llevaban y traían mercaderías de Concepción a la frontera. La casa importadora más fuerte, la estancia mejor organizada y mejor instalada, el ingenio de azúcar, las explotaciones de yerba y otras actividades más les pertenecían. Estos patrones y sus altos empleados viajaban sin cesar y no había valle en donde no tenían negocio y en donde no tenían clientes. Nuestras gentes sencillas les brindaban toda clase de atenciones y ellos las retribuían con creces.

Circulaba el dinero y el caso era ingeniarse para atraer a los ricos. Las posadas o casas de hospedaje eran lugares frecuentadas por troperos y allí hacían sus conquistas sentimentales y también sus derroches. Presas de ellos fueron muchas hijas buenas de posaderos y muchas lindas mozas del vecindario.

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Calle Ypané en 1898 (hoy Pdte. Franco)
Don Cayo, un paraguayo genuino, arrogante, siempre bien puesto, viajaba frecuentemente de su estancia a Concepción en compañía de su capanga Tiburcio, un morocho alto, fuerte, con una enorme cicatriz en la cara, seña particular adquirida en un bailongo improvisado. Tiburcio, el capanga inseparable, tenía fama de valiente y es por eso que se le tenía de guardaespaldas y se le proporcionó un 38 Colt con cabo de nácar, recién salido de fábrica. Don Cayo, a pesar de tener emblanquecido prematuramente sus cabellos y tener muchos hijos, gustaba de las fiestas. Su debilidad era el "Cielito Chopí" y se divertía enormemente haciendo el papel de "taguató". El "Solito" también le gustaba sobremanera pero más gozaban de él los espectadores. En sus continuos vaivenes asistía a cuantos bailes encontraba y muchas veces llegó a concentrar en sí la atención del público con sus travesuras. Su posada favorita fue la de Ña Vicenta, en Estribo de Plata, un vallecito alegre sobre el río Aquidabán. Ahí llegaba habitualmente por la tardecita a desensillar el caballo, cenar un buen plato de huevos fritos con mandioca y un cuarto de vino tinto; luego se sentaba a jugar al naipe, ya sea la escoba de quince o la biscambra, con la dueña de casa; pero más le hubiera gustado hacerlo con Susanita, la hija de Ña Vicenta, que por ese entonces disfrutaba de sus dieciséis floridos años. Era una simpática, risueña y vivaracha morena de cabellos encrespados, ojos muy negros y blanquísima dentadura; pero lo más atrayente de su persona estaba en el conjunto de sus curvas, que dejaban afiebrados de deseo a cuantos forasteros la miraban. Antes de continuar viaje, y después del mate, don Cayo chupaba otra media docena de huevos crudos y un cuarto de "guaripola". Un litro cargaba en su caramañola para irlo sorbiendo por el despoblado camino, al lado de Tiburcio, su confidente, su hombre de confianza.

- Esta Susana "aka chará" cada vez va siendo más cautivadora. ¿Te fijaste en ella? ¡Qué bien le queda ese moño de cinta azul! Y... ese cuerpo, ¡qué tentación! Quiero hacerle un obsequio.

- Pero patrón, usted que puede y tiene plata, ¿qué le falta? Ella es pobre y mucho le va á agradecer. Con plata se consigue todo.

Así, don Cayo iba alimentando una ilusión y aumentaba su optimismo para hacerse dueño de su cariño.

Una noche, aprovechando la ausencia de Ña Vicenta, sacó de su cinto doble un mil pesos pirirí y le pasó a Susanita.

- Tome -le dijo-, le obsequio para que invierta en lo que necesite.

- Por favor, don Cayo, es demasiado mucho. Yo no puedo aceptar. Contestó ella como si entendiera la intención del viejo consentido.

- Guárdese le digo, que yo se lo doy y... ya sabe por qué.

- Voy a recibir para guardarlo, don Cayo.

Después de esta introducción, continuó frecuentando la posada y prolongaba el juego de la escoba hasta altas horas de la noche. Para que el juego no decayera se aperitaba moderadamente. En fin, en algo sé salvaba el importe del kerosén del alumbrado. Don Cayo preteridla siempre que la señora Vicenta se fuera a la cama y así él continuaría el juego con la muchacha.

Una mañana, cuando ya estaba por partir, se presentó la oportunidad de conversar con la codiciada hija de doña Vicenta.

- Mira, Susanita. Quiero que me complazca en una cosa. Yo le voy a corresponder, pero no quiero que nadie sepa, ni su mamá. Si me demuestra su voluntad, ya sabe que le voy a dar cosas lindas.

Como si recibiera un insulto, Susana contestó en tono enérgico y sobre sus mismas palabras.

- No esperaba de usted, don Cayo, esta proposición. Yo le considero todo un señor y le respeto. De ninguna manera voy a aceptarle lo que me acaba de proponer. En cualquier cosa le puedo servir, pero para complacerle con mi persona no puedo. Continuare así. Muchas gracias por sus ofrecimientos. Y sonrió despectivamente.

Quedó derrotado así don Cayo en su primer intentó, no pudiendo ni siquiera continuar la súplica amorosa. Montó sobre su caballo y le llamó a Tiburcio, que le estaba esperando bajo un naranjo.

- Y bueno, torohó mba'é - dijo retirándose de la casa.

Durante el largo viaje no pronunció ni una palabra; de vez en cuando tomaba un sorbo de su guarigola y continuaba entregado a su recogimiento. Tiburcio marchaba un poco adelantado, para abrirle los portones.

Varios meses pasaron. Don Cayo seguía lunático. No le agradaba nada ya y maltrataba hasta a los personales más acreditados. El rechazo que recibió lo hirió en lo más hondo. No salía de su cabeza el recuerdo del último pasaje con la Susana. ¡Como esa mujer canalla le puede contestar "de ninguna manera" a él, que es todo un patrón? ¿Acaso él no puede ser digno de su amor? ¿Que se ha creído esa mujer tonta? No. Esto no puede quedar así. La venganza más cruel tiene que venir y ella habrá de sufrir y sentir lo que le ha hecho. ¿Qué hacer para que ella se arrepienta, para que le duela en el alma?

- ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! -repetía a menudo. Esa mujer me tiene que pagar caro.

Seis meses después, en una tarde calurosa, fue llegando don Cayo a su vieja posada.

- Tanto tiempo para volver por estos lados, -le dijo luego del saludo Ña Vicenta. ¿Qué habrá sabido de nosotros, por eso no llega más? Por aquí le recordamos siempre y sabemos que Ud. anda viajando por otro camino.

- Así es Ña Vicenta -contestó sin dar más explicaciones.

Cenó su plato preferido con su acostumbrado un cuarto de vino, pero no armó el juego. Alegó cansancio y se acostó temprano. Susana, muy amable, le atendía como de costumbre. Por la mañana le cebó el mate y le sirvió el desayuno. Demoró para salir. Hizo llenar un vaso grande de guaripola y empezó a tomar. El deseo de venganza ardía dentro de su pecho y quería ver aplastada a esa desconsiderada mujer, qué como siempre, estaba alegre y tentadora.

Ña Vicenta se ausentó por un momento y quedó don Cayo tomando su aperitivo. Su caballo ya estaba ensillado. Luego de ingerir dos vasos, pareció tomar ánimo y se decidió a hablar.

- Susana -llamó-, ¿quiere venir un momento?

- Enseguida, don Cayo, ya voy. Y de inmediato se presentó. ¿Recuerda aquel mil pesos que le dejé para que me guardara?

- Sí, don Cayo, lo tengo y está a su disposición.

- Bueno entonces, voy a retirarlo.

- Susana desapareció unos minutos y volvió entregándole el billete tal como había recibido de don Cayo en aquella ocasión: bien planchado y pirirí.

Don Cayo, guardándolo, montó su caballo y se despidió diciendo:

- Anga katu ja ahaitéma.

- Anichene don Cayo, siempre roha'arota.

Poco tiempo después recibió don Cayo una invitación especial de Ña Vicenta para asistir al acto de matrimonio de su única hija, con el capataz de los señores Quevedo.

- Ahora voy a vengarme -dijo. Ni yo ni mis personales van a ocupar esa fiesta. Susana me querrá ver y, quién sabe sí no me quiere decir algo; querrá seguramente con mi presencia dar categoría a la celebración de su boda, pero está muy equivocada. No participaré... y que sufra.

Fuente: ECOS DE CONCEPCIÓN - RELATOS Y CHISMENTOS

miércoles, 18 de octubre de 2017

CÉSAR MEDINA VELÁZQUEZ


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Datos biográficos:

 CÉSAR 
MEDINA: Compositor y Bandoneonista. Nació en Concepción el 4 de junio de 1912.

Estudió música en su ciudad natal, primero con su hermano Pedro Belizario Medina, luego con Carlos Ramírez (Pecho’i) y más tarde con Emilio Bigi (armonía) y Otakar Platil (contrapunto); perfeccionándose en Buenos Aires, Argentina entre 1950 y 1953.

Tuvo como maestro de composición a Juan Carlos Moreno González. Durante la Guerra del Chaco (1932-1935) perteneció al Elenco Nanawa, conjunto musical del III Cuerpo de Ejército, con el que participó de giras musicales con fines benéficos por las principales ciudades del país. Formó parte, desde 1940, de la primera gran orquesta paraguaya, Iris, y luego de los conjuntos folklóricos San Solano y Perurimá.

Fue presidente de la Asociación de Músicos del Paraguay, y durante 16 años, desde 1966, profesor de armonía del Conservatorio Municipal de Música, dirigiendo al mismo tiempo el Conjunto Folklórico Municipal de Asunción.

Sus principales composiciones son las canciones: CANTAR LEJANO, RESEDA POTY, SAN SOLANO, CHE MORENAMÍME, HA CHE RETÄ PARAGUAY, LEJANA ILUSIÓN, QUIÉN SABE, CANTO A ENCARNACIÓN, VÍRGEN MORENA, YVOTY ÑU, NANAWA DE GLORIA, FELÍZ MARIPOSA, A MI REINA ELEGIDA, ANHELO, HORAS DE ENSUEÑO, SAN PEDRO DEL PARANÁ, MUJERCITA, MITÄ KUÑAMI, MARÍA CRISTINA, MARCHA AL BANCO CENTRAL y otras.

Es autor de una MISA FOLKLÓRICA PARAGUAYA.

Falleció en Asunción el 1 de junio de1988.

Fuente: DICCIONARIO DE LA MÚSICA EN EL PARAGUAY por LUIS SZARAN. Edición de la Jesuitenmission Nürnberg, Alemania 2007. 507 páginas. Edición digital: www.luisszaran.org.

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César Medina (derecha) y su
primer maestro Carlos Ramírez
 
CÉSAR MEDINA VELÁZQUEZ 
 
El bandoneón logró amplia difusión entre los conjuntos musicales de nuestro país a partir del auge del tango. Grandes exponentes del bandoneón en nuestro país fueron: Emilio Biggi, Luis Cañete, Herminio Giménez, quien llegó incluso a tocar junto a "Pichuco" Troilo, y César Medina, pedagogo, compositor de música paraguaya, gran estudioso, sereno autodidacta y contemporáneo de los más grandes creadores de nuestro folclore. Perteneció a la generación caracterizada por una enorme sensibilidad musical, con una profunda vivencia rural y una sólida formación académica con maestros europeos afincados en Asunción.

-. CÉSAR BONIFACIO MEDINA VELÁZQUEZ nació en Concepción el 4 de junio de 1912. Fueron sus progenitores Froilán Medina y Eduvigis Velázquez, también concepcioneros. Uno de los más talentosos de la música paraguaya, Carlos "Pecho'í" Ramírez, fue su primer maestro, en 1930, en su ciudad natal. Luego estudió con el maestro Juan Escobar y con su hermano, diez años mayor que él, violinista y compositor Pedro Belisario Medina. Pedro era básicamente autodidacta, pese a haber estudiado violín con Remberto Giménez, y marcó cierta influencia en la formación musical de su hermano César.

En los tiempos en que César integraba el Tercer Cuerpo del Ejército, estalló la Guerra del Chaco, y acudió al llamado de la patria. Durante aquella contienda, César compuso la primera música para el poema "13 Tuyutí", de Emiliano R. Fernández, un tema épico que relata en forma emotiva aquella gloriosa batalla del 20 al 24 de enero de 1933, donde la 5a división de Infantería al mando del Cnel. Irrazábal causó una aplastante derrota al invasor. Con un documento ante escribano público se certificó la autoría de César Medina, precediendo en el tiempo a la difundida versión de Ramón Vargas Colmán. Además, César y su hermano Pedro integraban, en bandoneón y violín respectivamente, el famoso elenco "Nanawa", con una decena de soldados-músicos que actuaban no sólo en el Chaco, sino en todo el país.

-. En 1938, perfeccionó sus conocimientos musicales con el profesor Emilio Biggi, completando el estudio de armonía clásica. En 1940, César Medina se incorporó a una de las más famosas orquestas típicas de aquel entonces, "Iris", que tenía entre sus integrantes a Ramón Vera, bandoneonista y director, Miguel Molina y Gerónimo Cataldo, en bandoneón; Adolfo Vallejos, en contrabajo; Tito Benítez y Reinaldo Miracca, 1er y 2° violinista respectivamente; y el argentino Walter, en el piano. César Medina brilló por su formación amplia y sólida, como también por su delicada interpretación del bandoneón. Actuaron así en fiestas de la sociedad asuncena de la época, además de recordados programas radiales en vivo, como en ZP 3 Radio Teleco.

-. Entre los años 1943 y 1948, realizó cursos de especialización en armonía tradicional, contrapunto, instrumentación y orquestación, en Asunción, con el checo Otakar Platil, quien era Doctor en Música, graduado de la Universidad de Praga.

-. En el período 1946-1948, fue presidente de la Asociación de Músicos del Paraguay, fue además socio fundador de Autores Paraguayos Asociados, ocupando posteriormente el cargo de miembro en el directorio, de 1951 a 1956.

-. Por aquellos primeros años de la década del '50, Luis Alberto del Paraná le encargó la dirección musical de sus conciertos en Asunción. En la famosa Orquesta San Solano, le cupo ser uno de los más destacados integrantes y creadores, grabando con ella sus más importantes obras. Era director Juan Villalba, aunque en la realidad dirigía César Medina junto a su primo Aniceto Vera Ibarrola, o a veces el mismo Epifanio Méndez Fleitas. Sin embargo, por motivos políticos, no pudo continuar con sus presentaciones y César sufrió persecuciones, llegando inclusive a caer preso en el Departamento de Investigaciones de la Policía, en 1959. Se le cerraron así las oportunidades laborales y pasó apremios económicos, por el simple hecho de tener una relación artística con Epifanio Méndez Fleitas.

-. Tiempo después se integró al popular Conjunto Folclórico Perú Rimá, bajo la dirección del maestro Mauricio Cardozo Ocampo, siendo un destacado valor y sobresaliendo como fino intérprete del bandoneón, hasta que después de un tiempo se retiró y lo suplantó Rodolfo Roa.

-. El conocido cantante José Magno Soler, en 1959 grabó como solista su primer disco, un 45 rpm, acompañado por el Conjunto de César Medina; el disco incluyó 4 temas con música de Medina: "Canto a Encarnación" y "Caminito Verde" con letra de Mario Halley Mora; "Lejana Ilusión", con letras de Miguel A. Rodríguez; "Yvoty Ñu", con letra de César Medina y música en coautoría con Aniceto Vera Ibarrola.

-. Por los años 1964 y 1965 siguió buscando optimizar sus aptitudes musicales, cursando estudios de armonía moderna y música dodecafónica en el Conservatorio de Cultura Musical. De 1966 a 1968 efectuó estudios de contrapunto y armonía superior con el profesor Juan Carlos Moreno González, obteniendo el título de Profesor de Teoría y Solfeo y paralelamente, el de Profesor de Armonía, en la Escuela Musical "Beethoven" del Conservatorio Municipal de Música.

-. En 1971 fue socio fundador de la Sociedad Paraguaya de Educación Musical, en tanto que en 1974 recibió de la Municipalidad de Asunción un homenaje, que le otorgó un Diploma de Honor en reconocimiento a la labor desarrollada a favor de la cultura musical paraguaya. Ya anteriormente, en 1972, fue nombrado director del Conjunto Folclórico Municipal, trabajando incansablemente aún ante las mayores adversidades, pues en este cargo sobrellevó, en los últimos años, una dolorosa enfermedad hasta su muerte en 1988.

-. Supo ganarse el respeto y la más alta consideración de todas aquellas personas que lo conocieron. Era un hombre de pocas palabras, severo e inflexible, pero con una arista noble y bondadosa, siempre dispuesto a orientar y ayudar a sus alumnos, en especial a aquellos que demostraban real interés en la música. Transmitió a sus discípulos su preparación en el arte musical y su disciplina en la vida. Su alto nivel de formación musical hacían que marcara siempre la diferencia.

-. Con la profesora Carmen Almirón, en el Conservatorio Municipal y en la Escuela de Bellas Artes, presentaron la "Misa Folclórica Paraguaya", de la autoría de César Medina. En 1980, fue presentada en el Centro Cultural Paraguayo Americano esta hermosa obra compuesta por 7 partes, todas en tiempo de guarania.

-. César Medina recibió además varios premios y reconocimientos, entre los que se cuentan: Diploma de Honor del Departamento de Enseñanza Superior del Ministerio de Educación y Cultura, en reconocimiento a la labor desplegada a favor de la cultura musical paraguaya, en el año 1953; Diploma otorgado por APA, como propulsor de la música paraguaya en el extranjero, en 1963; fue delegado de Paraguay ante la 5ª Reunión Interamericana sobre Derechos de Autor, en marzo de 1968; Diploma de Honor otorgado por APA, en reconocimiento a la labor desarrollada dentro del arte folclórico nacional, en 1975.

-. César Medina fue autor de numerosas y bellas composiciones como: "San Solano", "Reseda Poty", "San Pedro del Paraná", "Nanawa de Gloria", "Virgen Morena", "¡Ha! Che Retã Paraguay", "Aikosénte", "Feliz Mariposa", "Fiesta del Amor", "Mitakuñami", "A Villa San Pedro", "Concepción Poty", entre otras muy difundidas. Varias de sus creaciones son en coautoría con renombrados artistas paraguayos, como Epifanio Méndez Fleitas, Mario Halley Mora, Teodoro Salvador Mongelós, Mario B. Ortega, Gumersindo Ayala Aquino, Ernesto Báez, entre otros.

-. Contrajo su primer matrimonio en 1931 con Concepción Boselli Ovando, de esa unión nacieron: Nidia, María Virginia y Antonio, destacado compositor y músico, que trascendió las fronteras de nuestro país con sus creaciones para festivales, como el de Viña del Mar y OTI de la Canción. El 26 de junio de 1943, César Medina quedó viudo, contrayendo matrimonio ya en los inicios de la década del '50, con Gerarda Escurra, con quien también tuvo varios descendientes.

-. Con su inseparable bandoneón, llevó nuestra música nativa a los campamentos de guerra en el Chaco, cuando nuestras tropas necesitaban aplacar el espíritu. Se destacó por transitar todas las variantes del arte musical, siendo compositor, arreglador, director de orquesta e instrumentista.

-. Tras una larga y dolorosa enfermedad, cáncer, falleció en Asunción el 1 de junio de 1988, tres días antes de cumplir 76 años de edad.

Fuente: CREADORES DEL ALMA GUARANÍ – HISTORIAS DE LOS GRANDES COMPOSITORES Y POETAS NACIONALES. Por IVANÍ AMAMBAY y DANIEL TORALES. Con el apoyo del FONDEC. Editorial Servilibro, Asunción-Paraguay 2005 (225 páginas).

domingo, 12 de febrero de 2017

TENIENTE SIGFRIDO "BUBBY" MALUF

A título de anécdota, creo que vale la pena destacar referencias de familiares y algunos Ex-combatientes, sobre este destacado joven concepcionero llamado Sigfrido Maluf, alias Bubby (*) quien tuvo una actuación histórica y heroica en el R.I. 1 "2 de Mayo" a las órdenes del Cap. Bartolomé Araujo, cuyo frente sobre la margen derecha del río Ypané, abarcaba desde Belén (Paso de Patria) hasta la desembocadura en el río Paraguay. 


Sus hazañas le valieron el rápido ascenso a Teniente. Se recuerda una hazaña allá por junio o julio del 47, cuando el famoso R.I. 5 "Gral. Díaz", llamado "Poncho Pytã", estaba integrado por los reservistas colorados, vadearon el río Ypané con la intención de apoderarse del Aeropuerto, a dos kms. del Ypané y de ahí a tres kms. de Concepción, que de caer en manos de ellos, terminaba la Revolución. 

Estos aguerridos reservistas se encontraron con una inexpugnable resistencia del R.I. 1 "2 de Mayo". Allí fueron repelidos y muchísimos reservistas murieron acribillados y otros ahogados al intentar cruzar el río a nado. Del lado rebelde murieron cinco rebeldes y esa noche fueron velados en el salón de Actos del Palacete Municipal. Recuerdo muy bien de uno de ellos, un sargento Escalante presentaba un dantesco cuadro con el cráneo y cara totalmente destrozados por una salva de metrallas.

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A raíz de esta hazaña, se hizo famoso en el frente gubernista el nombre del Tte. Maluf, como el héroe de esa gesta, considerándosele como el revolucionario que más colorados mató en la Revolución, clamando en consecuencia, venganza. La historia no termina acá.

Ya en pleno desbande, el 18 de agosto, un grupo de rebeldes marchaba a prisa en busca de la Argentina, allende al río Pilcomayo. Llegaron a una Estancia llamaba "Galileo" de don Froilán Zavala, que antes de llegar al Pilcomayo son alcanzados y tomados prisioneros por las fuerzas gubernistas que les seguía a corta distancia. Ahora, según relata otro concepcionero corrido, el Sr. Coco Rojas, Hipólito, al llegar a dicha zona, ya en horas de noche, encuentra al contingente arriba citado, en una isleta cerca de la estancia "Galileo", donde exhaustos, estaban durmiendo. 

Todos ellos cruzaron el río Paraguay a la altura de lo que hoy es Puente Remanso y en la orilla derecha había una destilería donde quedaron a pernoctar; fue el 17 de agosto y al día siguiente prosiguieron hacia el Oeste, internándose unos 10 kms. en el Chaco y ahí encontraron un Retiro de "Galileo" llamado "Mamó reí". Era el extremo este del Estero Patiño, donde pernoctaron y al día siguiente temprano tomaron varios caballos y se lanzaron hacia el sur en busca del Pilcomayo. 

Uno de ellos, ya agotado, tuvo que ser transportado ventralmente sobre el anca de un caballo, so pena de morir. Era un conocido concepcionero, dueño de una mueblería fúnebre llamado Silvestre Insfrán y a la noche llegaron a la isla arriba citada, donde encontraron a ese otro grupo descansando, entre ellos dos concepcioneros: Feris Maluf y un joven de apellido Ortellado conocido con el sobrenombre de "Mariscal". Era hermano del conocido sacerdote concepcionero ya desaparecido Pbro. Venancio Ortellado. Al llegar a dicho lugar, les dice Hipólito (Coco) Rojas a los dos concepcioneros: "Por qué no seguimos que están por llegar los gubernistas y nos matarán a todos". Le responde Feris que no, que están muy cansados y que quedarán a dormir para continuar al día siguiente. 

El resto continuó viaje y al día siguiente cruzaron el Pilcomayo a la altura de un lugar donde los caballos aceptaban vadear el río. A esa estancia llegaron ya a altas horas de la noche del 18 de agosto, donde se acostaron a dormir, pero a eso de las 2 de la madrugada del 19 de agosto, un Contador Público concepcionero de apellido Insaurralde, les despertó a todos y les dijo que debían cruzar la frontera lo más pronto posible, pues estaba remontando el Pilcomayo una lancha torpedera gubernista y todos corrían el riesgo de ser aniquilados. Así se salvaron y fueron guiados por vaqueanos de la Estancia. 

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Tropa de la Caballería revolucionaria
Fueron tomados por los argentinos y conducidos a un campo de concentración. El Sr. Insaurralde y otros no quisieron cruzar el río y siguieron a pie, costeando el Pilcomayo hasta llegar a los fondos de los campos de Carlos Casado, donde tenía unos parientes trabajando en una Estancia. De ahí, posteriormente, el Sr. Insaurralde fue a radicarse en la ciudad de Salta, donde llegó a ser Presidente del "Centro de Residentes Paraguayos", y falleció hace poco tiempo-.

El Sr. Hipólito Rojas relata que unos días después llegaron otros refugiados y contaron que los gubernistas alcanzaron aquella noche la Isleta, sorprendieron a los que quedaron a descansar y procedieron a identificar a cada uno de ellos y cuando le tocó el turno a Feris, le dicen:

- ¿Cómo se llama Ud.?

Le responde: Feris Maluf!

Ah, ¿Ud. es el Tte. Maluf?

- Sí, el mismo. Que quizás lo dijo por el susto, inocentemente.

Ah, entonces Ud. es el famoso Tte. Maluf, así es que, siga corriendo. Algunos refieren que en el acto fue degollado y todos sostienen que al obedecer la orden de correr, lo acribillaron a metralleta por la espalda. Triste destino, no era el de el Tte. Sigfrido "Buby" Maluf. Era su primo Féris Maluf, hijo de otro libanés llamado Abrahin Maluf.

Ese mismo fin tuvo "Mariscal" Ortellado.

Los restos de Feris Maluf fueron traídos a Concepción un tiempo después por sus familiares, los cuñados don Guillermo Ruotti y Herminio F. Valiente. En el lugar colocaron una cruz de hierro y todos los que pasan por el lugar, lo reconocen como "Curuzú Maluf".

¡Y cuántos centenares más de jóvenes rindieron tributo a sus ideales en la fratricida revolución del 47! En el bajo Chaco a orillas del Pilcomayo; en Villeta sobre el río Paraguay se vivieron las más tenebrosas escenas de la guerra fratricida. ¿Cuántos paraguayos muertos en manos de sus propios hermanos, en nombre del ciego fanatismo de los colores partidarios?!

Hay hechos que se prestan a comentarios, pero se impone el respeto al pensamiento y a los intereses de los protagonistas. Luego de terminar la Revolución, el Tte. Sigfrido Maluf decide y se afilia al Partido Colorado y esto le permite llegar a la Presidencia de la Seccional Colorada de Trinidad, donde logra llevar adelante una de las fábricas más grandes de cerámica en el Paraguay, tal vez con la ayuda de Humberto Domínguez Dibb, su amigó y compatriota que por lazos matrimoniales lo allega al tirano Stroessner. Churchil se afilió a cinco partidos.

(*) Según un cadete llamado Raúl Friedman, quien escribió un artículo sobre los acontecimientos del 7 de marzo de 1947, en una sección dominical de un periódico de la Capital, dice que nunca había pasado por la Escuela Militar un cadete que tuviera mejores notas que el brillante Cadete Sigfrido Malu
f.

Fuente: CONCEPCIÓN - PINCELADAS Y VIVENCIAS DEL 47 - Dr. Pedro Ruso Skurich

JOSÉ SÁNCHEZ LABRADOR Fundador de Belen

Nació en la Guardia, pueblo de la diócesis de Toledo, el 19 de septiembre de 1717, entró en la Compañía de Jesús en la Provincia de Toledo el 5 de octubre de 1731 é hizo la Profesión de cuatro votos el 20 de mayo de 1751.

José Sanchez Labrador

De allá se trasladó al Paraguay. Fue profesor de Filosofía y Teología con gran opinión de ciencia en la Academia de Nueva Córdoba. Luego de abandonar sus exitosas cátedras, se ocupó Sánchez en intentar convertir a la fe cristiana y reducir al “suave yugo del Rey Católico” las naciones Eyiguayegui (Mbayá o Guaicurú en el léxico guaraní y español) habitantes del norte del río Jejuí a ambas márgenes del río Paraguay para lo cual hubo de recorrer distancias inmensas, exponerse á grandes peligros, sufrir innumerables trabajos y sobre todo estudiar y comunicarse en la lengua nativa.

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En esa época fundó la ciudad mas antigua del departamento, Belen, el 23 de agosto de 1760 , durante el gobierno del Jaime Sanjust, como Nuestra Señora de Belén de los Mbayá.

De esta reducción partieron las expediciones para fundar las ciudades más importantes de la región y de todo el país.

En los primeros años de la ciudad se vio afectada por varios problemas, por ejemplo una epidemia de viruela, expulsión de los sacerdotes jesuitas del Paraguay y riñas entre los indígenas reducidos.
Fue Sánchez sorprendido por la expulsión de los jesuitas (2 de abril de 1767) y deportado á Italia con los demás compañeros. 
Referido por el misionero jesuita Martín Dobrizhoffer en su Historia de los Abipones, con admiración y pena por el estado en que lo encontró en su visita a la Misión de Belén.
Ya anciano, murió despues de deportado en Rávena, Italia en 1799.

Actualmente en la ciudad de Belen, existen casonas con rasgos coloniales de importante valor histórico, que si bien son sencillas reviven el rico pasado histórico de la ciudad. Puede verse la importante influencia cultural y arquitectónica de la colonia en toda la ciudad.

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A orillas de los Ríos Ypané, Pororó y Paso Pedroso existen concurridos balnearios de blancas arenas y hermosa vegetación. Varios manantiales riegan la ciudad.

Las ruinas de Purutue Ka´i Cué se encuentran en la zona, son restos de un establecimiento brasileño.

En Belén se realiza turismo ecológico y turismo de estancia.

Obras manuscritas de Jose Sanchez Labrador: 

TRADUCCIÓN DEL CATECISMO Á LA LENGUA DE LOS MBAYÁS; Diccionario (hasta la letra P. de la misma lengua, con anotaciones sobre gramática. El vocabulario completo se habría salvado en fotografías); PARAGUAY NATURAL ILUSTRADO; PARAGUAY CULTIVADO. (En 11 tomos, extraviados); PARAGUAY CATÓLICO. (En 3 tomos, rescatados) Fuente: De la historia del Paraguay escrita en francés por el Padre Pedro Fr. Xav. Charlevoix, traducida al latín por el Padre Domingo Muriel y editada en Venecia en 1779.

Fuente: EL PARAGUAY CATÓLICO. Buenos Aires: IMPRENTA DE CONI HNOS., 1910. 372 pp. / Wikipedia

domingo, 18 de diciembre de 2016

Capitán Lázaro Aranda: Un patriota como pocos

Marino, empresario, colonizador Y pionero. El capitán Lázaro Aranda fue un hombre muy ligado a la historia de la navegación fluvial y a la de muchas familias establecidas por él en los confines norteños de la patria.



Hoy, su nombre –excepto por los norteños– está casi olvidado. Un injusto olvido, pues fue uno de los paraguayos que más ha dado de sí mismo por su país y sus compatriotas.

Don Lázaro Aranda fue, además de un gran conocedor del río, un maestro que formó pléyades de navegantes: desde capitanes de barco, comisarios, prácticos, jefes de máquina, pilotos hasta el último guardiamarina. Descubridor de yacimientos marmóreos de las cavernas de Vallemí, colonizador, protector de colonos, servidor de su patria en guerra… En fin, dejó huellas de su paso por la vida.

Don Lázaro Aranda nació en Capiatá hace 143 años, el 17 de diciembre de 1873. Inquieto desde niño, por alguna travesura cometida, huyó de su hogar capiateño y se trasladó a Asunción. Con apenas 13 años se escapó de su hogar y se trasladó a Asunción. Deambuló algunos días, durmiendo debajo de los muelles de madera del puerto, hasta que logró trabajar como lavaplatos en un barco que iba a Montevideo. En el Río de la Plata siguió navegando y acumuló una rica experiencia naval, que le llevó a alcanzar el grado de guardiamarina.

En 1904 regresó al país a bordo del buque revolucionario Sajonia y fue protagonista de los sucesos que encumbraron al Partido Liberal al poder político del país. Terminada la revolución, se instaló en una pequeña hacienda que adquirió en Limpio, donde se dedicó a la agricultura y ganadería.

Enamorado de la actividad fluvial, no tardó en retornar a la navegación, principalmente en los buques que viajaban al Alto Paraguay; primero como baquiano y, luego, como capitán de buques mercantes. Desde su regreso, supo ganarse el respeto de las autoridades, quienes confiaron en él importantes tareas; entre ellas, la canalización del riacho Caracará –un sitio que lo vería accionar, nuevamente, décadas después–.

Don Lázaro era conocido por su prodigalidad; aun así, trabajando esforzadamente, logró amasar una pequeña fortuna que le permitió, con el transcurso del tiempo, formar una sociedad naviera con dos compatriotas: don Américo Arce y don Ángel Mosciaro. Pero como su pasión era la navegación, don Lázaro siguió en lo suyo, capitaneando el recordado buque San José. Otro de sus buques fue el Parapití.

Fundador y colonizador

En cierta ocasión, movido por su espíritu inquieto, navegó por el río Aquidabán y llegó hasta territorios casi inexplorados. En aquellos lejanos y olvidados parajes encontró a muchas familias de compatriotas que sobrevivían en medio de la indigencia, con sus hijos sin escuelas ni asistencia médica y, muchos de ellos, inscriptos como brasileños.

A su regreso, don Lázaro gestionó ante las autoridades para que dependencias del Gobierno asistieran a aquellos compatriotas, además de solicitar tierras fiscales para establecer una colonia.

El Gobierno le concedió una extensa propiedad fiscal en la confluencia de los ríos Paraná y Apa. Allí, el 24 de agosto de 1924, don Lázaro fundó una colonia y trasladó a aquellas familias, a las que –de su propio peculio– proveyó de viviendas, víveres, arados y yunta de bueyes. También, mandó construir una escuela, capilla, local policial y dispensario médico. No solo eso; además, de sus propios recursos económicos costeó el sueldo de los funcionarios y el de la visita quincenal de un sacerdote para el auxilio espiritual de los colonos. Aquellos sacerdotes eran los recordados padres salesianos Rafael Elizeche y Juan María Casanello.

Explorador y descubridor

Recorriendo las tierras que le fueron concedidas para la fundación de la colonia, a la que llamó San Lázaro, y actual distrito concepcionero del mismo nombre, don Aranda descubrió los ricos yacimientos de mármoles de la zona. Se propuso explotarlos, golpeando las puertas de numerosas instituciones oficiales, pero –a pesar de su empeño– no pudo logar ningún apoyo para su propósito productivo. En los años 50, la firma Vallemí empezó la explotación de aquellos yacimientos.

Rico anecdotario

Desde su llegada al país, don Lázaro fue siempre un férreo defensor de la legalidad. Se cuenta que, allá por 1918, se declaró una huelga de obreros marítimos y don Lázaro fue el “rompehuelga”, enfrentando a los huelguistas con revólver en mano y, peleando pecho a pecho con los amotinados, logró dominarlos.

Otro momento que tuvo a don Lázaro como protagonista fue durante la revolución de 1922. En momentos en los que los revolucionarios lograron entrar en la capital, dio asilo en su barco al propio presidente de la República, sus ministros, y otros funcionarios y caudillos gubernistas.

Pero don Lázaro no solo dio asilo a aquellas autoridades, sino que se puso al frente de los pocos defensores que le quedaban al Gobierno y, con arrojo, les dirigió para repeler el ataque, retomó el Departamento de Policía y derrotó a los revolucionarios, quienes no tuvieron otra alternativa que abandonar la capital y refugiarse en el interior hasta su derrota final, luego de la muerte de su principal jefe, el coronel Chirife.

Defensor del Chaco


Don Lázaro junto al Mcal. Estigarribia y estado mayor del Comanchaco

Durante la guerra paraguayo-boliviana, movilizó a más de 200 hombres de San Lázaro y organizó chacras para apoyar las tareas de la retaguardia.

Aprovechando la amplia experiencia naval de don Lázaro, el Gobierno le encomendó la inspección de los ríos posibles de navegación y, desde 1933, ocupó los cargos de inspector de Ganado y Embarque, técnico de Embalizamiento del río y subdirector de Hidrografía. Su tarea fue de suma importancia para el traslado de contingentes y pertrechos al frente de batalla, vía Puerto Casado.

Pero no solo eso fue lo realizado por don Lázaro, sino que se encargó de proveer leña a todos los buques a vapor de la Marina, sin cobrar nada por los cargamentos.

El castillo de don Lázaro

Fue también en los años de la guerra que don Lázaro, como una manera de facilitar el tráfico nocturno en las aguas del río Paraguay, encaró por cuenta propia la construcción del castillete que cubre el peñón que emerge del río a la altura de Piquete Cué, dotado de un faro luminoso.

Según alguna vez alguien nos refirió, una de las razones que tuvo el señor Aranda para construir esa petit fortaleza fue preservar el peñón de los cañonazos realizados desde el cuartel de Villa Hayes, que utilizaban ese peñasco como blanco. En realidad, la razón principal fue utilizar ese lugar como faro, pues se le dotó de un mástil en cuyo extremo se instaló una baliza para advertir a los navegantes –en las noches sin luna– de la peligrosidad del lugar y así evitar algún accidente.

El castillo del peñón –para cuya ejecución, don Lázaro solo encontró dificultades y obstáculos por parte de las autoridades de la Prefectura General de Puertos– debía estar rematado con una estatua dedicada al teniente Andrés Herrero, héroe de la Marina paraguaya, muerto en los días iniciales de la Guerra de la Triple Alianza.

La construcción del “castillo” –que fue edificada de a poco a lo largo de más de 10 años– fue hecha a base de cemento, con todas las comodidades necesarias para pasar unos días. Consta de una salita, pieza de baño y cocina. Unas escalerillas en forma de caracol conducen a una plataforma con barandilla, que forman un mirador. Cuenta con instalaciones para luz eléctrica, enchufes para aparatos de radio y cocina eléctrica.

Inconcluso, el castillo –así como la progresista ciudad de San Lázaro– es uno de los legados tangibles que dejó a la patria aquel genial capiateño.

Homenaje rechazado

Los innumerables beneficiados por la generosidad de don Lázaro se sentían en deuda con él. Era deseo de toda esa gente –especialmente los pobladores de la lejana colonia de San Lázaro– rendirle un homenaje en vida, en gratitud por lo que tan amable persona había sido con ellos.

Para plasmar dicha gratitud colectiva, los sanlazareños decidieron hacer una estatua con la efigie de don Lázaro. Se buscó un escultor y se recurrió a uno de nacionalidad francesa, quien estaba haciendo trabajos para el colegio San José de Concepción –probablemente Lavand–. El director de este centro educativo recorrió el litoral norte visitando a personas, instituciones y empresas, las que no escatimaron su apoyo a la idea y pronto pudo realizarse la escultura, que fue colocada sobre un elegante pedestal en el pueblo de San Lázaro.

Los organizadores invitaron a don Lázaro a visitar la colonia, pero sin contarle el motivo de la visita. El ilustre visitante llegó al lejano pueblo ribereño, donde fue recibido por una entusiasta multitud, pero al darse cuenta de que el propósito era descubrir un monumento en su honor, se puso tan furioso que apostrofó severamente a los presentes y, revólver en mano, se dispuso a arrojar la estatua al río. No poco trabajo les costó a los concurrentes calmarlo y la estatua se quedó sin su inauguración. Tuvo que ser retirada y vuelta a colocar luego de su muerte.

Este ciudadano trabajador y bienhechor, luego de una vida dedicada a su patria y sus conciudadanos, a quienes brindó sus desvelos y fortuna, falleció el 15 de noviembre de 1945, en la pobreza, pero rodeado de la gratitud de la ciudadanía.

ABC - surucua@abc.com.py  -  Fotos ABC Color/Archivo Surucua.

lunes, 8 de agosto de 2016

Domingo Sarmiento en Concepción

El miércoles 24 de agosto de 1887 zarpó del puerto asunceño el buque Misiones rumbo a la ciudad de Concepción.




Iba a bordo Domingo Faustino Sarmiento, el expresidente argentino, acompañado de una selecta comitiva, entre la que figuraba el ministro plenipotenciario austro-húngaro, por lo que en uno de sus mástiles flameaba la bandera del Imperio europeo.

Además de amigos personales, integraban la comitiva el cónsul alemán y el ministro del interior, coronel Meza, quien iba a Puerto Rosario a visitar su establecimiento ganadero.

El jueves, a las 6:00, el buque llegó al puerto de Concepción. Una vez fondeado, subió al barco el señor Rosendo Carísimo, uno de los principales de dicha ciudad y senador nacional, invitándoles a bajar y acompañándoles a hospedarse en su vivienda, en donde fueron atendidos con mucha amabilidad.

Una vez instalados, recorrieron en el carruaje del senador Carísimo distintos lugares de la ciudad, como el viejo cuartel –que databa de la época de don Carlos A. López–, los cultivos cercanos y fueron por la picada de Machado al lugar conocido como Curusú Isabel. Posteriormente, Sarmiento visitó la zona del río Ypané.

A la noche, recibió una bulliciosa visita de vecinos, con petardos y orquesta. Al día siguiente, tuvo el gusto de encontrar a un viejo conocido chileno, propietario del hotel Comercio. A su regreso, vino acompañado de un gua’a hovy, llamado Pedro, que le fue obsequiado en Concepción por una joven argentina llamada Juanita Navarro.

Durante aquella primera estadía –volvió meses más tarde y se quedó a vivir hasta su muerte– donó unos lotes de libros a la Biblioteca Pública asunceña y al Ministerio de Instrucción Pública, un banco modelo, diseñado por él y construido bajo su dirección.

Otro regalo que hizo el señor Sarmiento durante aquella primera visita fue la introducción de plantas de mimbre para ser cultivadas en Asunción y lugares del interior, con lo que, poco tiempo después, surgió una interesante industria de canastas y otros utensilios.

Concepción, la “opulenta”


Concepción antes de 1900
Hablando de la Perla del Norte, el notorio progreso que experimentó la ciudad de Concepción –entre los años 1880 y 1915–, gracias a la explotación de los recursos naturales de la zona, hizo que recibiera, meritoriamente, el título de “opulenta”.

El inusitado desarrollo que vivió la ciudad se reflejó en una intensa actividad comercial y social: se fundaron dos clubes, el Cosmopolita y el Social; se instalaron dos hoteles de primera categoría y tres de segunda, siete bares y una veintena de almacenes de comestibles, entre otros establecimientos. También funcionaron en la época mencionada cinco escuelas y el Colegio Nacional (1890); en 1900 se fundó el Instituto San José de los salesianos y el Colegio de las Hijas de María Auxiliadora. Existían en la ciudad siete consultorios médicos y cuatro boticas.

En 1890, don Remigio Albertini trajo el primer tranvía a mulitas con que contó Concepción, cuyo itinerario unía el puerto con el lugar llamado Canchacué, posteriormente conocido como Riñería, Quinta Genes y Villa Armando.

Funcionaban, además, 18 depósitos yerbateros, cinco grandes olerías (entre otras menores), tres periódicos, una fábrica de hielo y otra de gaseosas, seis panaderías, dos fideerías, dos jabonerías, cinco carpinterías, 18 carnicerías particulares y la Tablada de Matanza Municipal, dos barracas de cuero, cuatro aserraderos y cuatro sastrerías. En la plaza Carreta se concentraban los productos traídos del campo.

Vacas para la Argentina


Para la fundación de Buenos Aires, en 1580, mientras la carabela San Cristóbal del capitán Juan de Garay encabezaba la flota que conducía a los futuros repobladores, por tierra marchaba una tropa de 500 a 750 cabezas de ganado vacuno y otros tantos caballos.

La tropa de ganado salió de Asunción en los primeros días de enero de 1580, siguiendo la margen izquierda del río Paraguay-Paraná, llegando hasta el sitio donde se fundó la capital porteña, el 11 de junio de ese mismo año. Era la primera vez que “los montes de lapachos y los quebrachales del Chaco santafesino vieron desfilar bajo sus follajes la hila de vacas multicolores y briosas caballadas, dirigidas y animadas por el ulular de los jóvenes troperos nativos, en un revuelo de pájaros asustados. Iban por tierras desconocidas, atravesando montes, costeando ríos, acechados por indios hostiles y por fieras carniceras”.

Fuente: ABC Color - (surucua@abc.com.py)

martes, 2 de agosto de 2016

Loreto: Veterano cumplió 103 años en buen estado de salud

LORETO.- 
Don Ramón Caballero, excombatiente de la Guerra del Chaco, cumplió ayer 103 años de vida. El festejo se realizó en su vivienda ubicada en la compañía Virgen del Carmen, distrito de Loreto, hasta donde llegaron familiares y amigos.


Caballero nació el 31 de julio de 1913 en el mismo distrito y muy joven se alistó en filas del ejército, fue trasladado al Chaco cuando la guerra estaba en su desarrollo. Actualmente goza aún de buena salud, es fuerte y vigoroso, aunque recuerda con angustia el asalto del que fue objeto hace unos 5 años atrás, ocasión en que lo golpearon y le llevaron dinero en efectivo.

En la fiesta de cumpleaños hubo serenatas de grupos musicales, entre ellos la banda de músicos del Círculo de Suboficiales Retirados de Concepción, que entregó un pergamino de reconocimiento al veterano.

Don Caballero tuvo fuerza de bailar con sus hijas y nietas, se sintió con muy buen humor hasta para dar piropos a las jóvenes.

La fiesta continuó con un almuerzo popular entre los vecinos y parientes.

UH

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