Un 31 de mayo de 1973 inauguraba nuestro Museo el Presidente Stroessner.
Al cortar la cinta, lo primero que observo fue una campana muy grande, instalada en un pedestal y que en Concepción se la conocía como “Campana Boli” y leyó el cartelito que decía: “Trofeo de la guerra traído de Macharetti”, le llamó la atención y le dice al colaborador para la realización del museo, el Dr. Ruso:
- - mire, Dr. ¿Ud. cree que esto es un trofeo de guerra?”.
- - De ninguna manera Sr. presidente -le dice l Dr. Ruso- y si lo puse así fue por simple respeto, para no despertar odios y simplemente exaltar el patriotismo de nuestro pueblo, pero la verdad fue que nuestras tropas, cuando cruzaron el Parapiti y llegaron a ocupar la población de Macharetti, encontraron que gran parte de la población la abandonaron, por temor seguramente, y de la torre de su Iglesia habían bajado sus cinco campanas y las ocultaron en un matorral, donde nuestros soldados las descubrieron accidentalmente.
Esas cinco campanas fueron traídas al Paraguay bajo las órdenes del héroe nacional Cap. José D. Lombardo y la más grande la dejó en Concepción y nuestro obispo Mons. Emilio Sosa Gaona ordeno que se alzara en la torre de nuestra torre Catedral, pero hizo retirar el badajo porque afirmaba que eso no era un trofeo de guerra, sino más bien un vulgar despojo a una Iglesia y no permitió que fuera echada a vuelo, hasta que, al demolerse la vieja Iglesia, fue a parar en el suelo de la Curia y ahí tuve la idea y pedí al nuevo Obispo Mons. Aníbal Maricevich y él autorizó para que se entregara y que estuviera a buen recaudo en nuestro Museo Histérico Municipal.
Esto satisfizo al Presidente y le indico que, positivamente, el Cap. José D. Lombardo, siendo miembro de nuestra C.D del “Club Concepción” me había referido esta historia y como él era oriundo de Trinidad, otra de las campanas la instaló en la torre de esa Iglesia, donde se encuentra hasta hoy.
A más de eso he manifestado que iniciaría una campaña con el fin de rescatar las cinco campanas y alguna vez cuando termine la ruta asfaltada de la transchaco, llevarlas en caravana y entregarlas a la Iglesia de Macharetti, como una prueba de justicia y sello de la fraternidad que debe existir entre los pueblos hermanos y como una forma de dejar para la posterioridad, para las futuras generaciones de que una lucha tan estéril, como fue la de la guerra del 32 al 35 y que costara 30.000 muertos por bando, no fue nada más que la que la ambición desmedida de grandes intereses multinacionales, siendo el principal instigador el imperio petrolero, americano de la Standard Oíl Company.
1 comentario:
muy buena pagina! deberiamos difundirla mas.. buena anecdota del querido Dr. Ruso
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