Los ojos del policía se llenan de felicidad al ver que un equipo de periodistas ingresa a su habitación. Sus familiares nos abrieron las puertas del lugar, para que su hijo – postrado en cama – no sea olvidado. Fariña es una de las tantas víctimas del criminal grupo Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).
En la tarde del 21 de abril, mientras varias personas aún elegían al nuevo presidente de Paraguay. Varios policías se dirigieron presurosos a Kurusu de Hierro, Concepción, atendiendo a que la comisaría local era atacada por el EPP. Fariña se encontraba entre los intervinientes.
Terminado el operativo, un convoy de patrulleras policiales se desplazó por un oscuro camino de tierra. Al pasar un puente, alguien activó una bomba que dañó a uno de los rodados policiales; el suboficial Cirilo Díaz falleció y Fariña quedó muy mal herido.
Meses después, el suboficial se recupera satisfactoriamente, pero quedó con secuelas. Ya no puede valerse de si mismo en algunas cosas y solo se puede movilizar en silla de ruedas.
METAS
El suboficial Fariña, lejos de caer en la tristeza, le tiene mucha fe a su futuro. Sabe que ya no será policía pero eso no le corta la esperanza de progresar en la vida. Comenta que ni bien termine su tratamiento, estudiará administración.
“Mi sueño es estudiar otra vez después otra cosa, estoy pensando estudiar administración”, comentó.
Con una sonrisa, agradeció la constante compañía de sus papás, Irma Fernández y Ramón Fariña, así como de los hermanos. Su familia no dudó en dejar la compañía 25 de abril de Horqueta, para instalarse en el hospital de Policía y no dejar solo a Edgar.
Un capítulo aparte se lo merece su novia Cintia González (20), quien no dudó un instante en abandonar sus estudios, para prodigarse a su cuidado. “Después de salir de acá, si Dios quiere, nos vamos a casar”, expresó.
Sobre la fatídica noche de la explosión, manifestó que los policías del norte están entrenados para esperar lo peor.
“Estoy bien consciente de lo que pasó, porque estaba para eso allá; estoy muy orgulloso porque ese era mi trabajo, ese es el trabajo de nuestra policía”, manifestó.
Recordó que participó de un entrenamiento para estar en zonas peligrosas, lo cual le ayudó bastante para sobrellevar las secuelas del atentado. “Nosotros hicimos un curso, justamente para estar en esa zona y para luchar contra ellos, estábamos conscientes y con temor”, puntualizó.
Sus familiares destacaron la atención del hospital, pero la hermana Irma Fernández lamentó que los jefes policiales ya no visitan a Edgar. Creen que el tratamiento durará un año más y que el resultado será auspicioso. El suboficial tiene que ser sometido a una nueva cirugía.
Fariña estaba asignado al destacamento policial de Hugua Ñandu, pero el día del atentado estaba asignado como refuerzo de la comisaría de Arroyito. Tiene 23 años y es el tercero de seis hermanos.
Pese a su acto de heroísmo, el gobierno de Federico Franco no le brindó ningún tipo de reconocimiento por su labor. El policía sigue percibiendo su salario mensual.
La conversación con Edgar concluyó con un mensaje que el brindó a sus amigos y camaradas: “Mucha fuerza les doy y que luchen, que se cuiden, porque esta gente (EPP) es muy peligrosa y cobarde”, indicó.
Historia del suceso
El joven uniformado, uno de los mejores del Curso de Operaciones Rurales (COR), fue comisionado junto a su grupo como refuerzos en la comisaría 13ª de Arroyito, luego de que se interceptara un plan de ataque del EPP, que desafortunadamente se llevaría a cabo ese día.
Fariña y su grupo se desplazaron rápidamente desde su base hacia la zona de Kurusu de Hierro, inmediatamente después de que la comisaría 21ª fuera atacada a tiros, desde el frente y desde atrás de la unidad.
Este primer tiroteo dejó como saldo dos policías heridos, los suboficiales ayudantes Walterio González y Javier Machuca, aunque el EPP también sufrió una baja, la de Francisco Denis Almirón, un poblador de Kurusu de Hierro quien había iniciado la balacera desde una motocicleta en movimiento.
La explosión
Ya a últimas horas de la tarde, cuando las fuerzas especiales se disponían a replegarse, el suboficial Édgar Fariña subió a la carrocería de la patrullera Delta 1, asignada al jefe de Policía de Concepción, Crio. Princ. Antonio Gamarra.
El vehículo encabezó el convoy que iba a retornar a la ciudad de Concepción, aunque justamente por medidas de seguridad prefirieron regresar por Azotey y no por Horqueta. Sin embargo, casi inesperadamente, a solo ocho kilómetros de la comisaría de Kurusu de Hierro, recientemente atacada y en medio de la nada, se escuchó una fuerte explosión, que casi volcó la camioneta.
“Yo me iba sobre una madera, en la carrocería de la patrullera, y cuando escuché la detonación me caí sobre el oficial ayudante Alfredo Guerrero y el suboficial 2º Víctor Samuel Chávez, quienes estaban conmigo. A partir de entonces, solo escuché más detonaciones”, dijo ayer Fariña en su sala de internación del policlínico policial, al referirse al ataque a tiros que siguió al atentado con bomba contra el convoy policial.
Bombas y tiros
Los miembros del EPP, como esperando que los policías pasaran por Paso Tuyá, prepararon un dispositivo explosivo casero, activado a distancia por uno de los criminales, y luego también tres tiradores de la banda salieron del monte y rociaron a balazos la camioneta.
Pese a que los otros policías reaccionaron, en la cabina del móvil Delta 1, en el asiento trasero, detrás del acompañante, el suboficial 2º Cirilo Díaz Escobar (29) había quedado inmóvil y con una herida de metralla que le atravesó la cabeza y le produjo la muerte en el acto.
Los tres heridos, entre ellos Fariña, fueron derivados luego de la balacera a Santa Rosa del Aguaray y después traídos a Asunción.
En cama
De momento, luego de varias complejas intervenciones, el suboficial Édgar Fariña Fernández permanece postrado en cama, aunque dice no perder la esperanza de recuperarse y volver a la Policía. Sin embargo, también reconoce que fue un afortunado por sobrevivir.
Fuente: ABC
Sus familiares destacaron la atención del hospital, pero la hermana Irma Fernández lamentó que los jefes policiales ya no visitan a Edgar. Creen que el tratamiento durará un año más y que el resultado será auspicioso. El suboficial tiene que ser sometido a una nueva cirugía.
Fariña estaba asignado al destacamento policial de Hugua Ñandu, pero el día del atentado estaba asignado como refuerzo de la comisaría de Arroyito. Tiene 23 años y es el tercero de seis hermanos.
Pese a su acto de heroísmo, el gobierno de Federico Franco no le brindó ningún tipo de reconocimiento por su labor. El policía sigue percibiendo su salario mensual.
La conversación con Edgar concluyó con un mensaje que el brindó a sus amigos y camaradas: “Mucha fuerza les doy y que luchen, que se cuiden, porque esta gente (EPP) es muy peligrosa y cobarde”, indicó.
Historia del suceso
El joven uniformado, uno de los mejores del Curso de Operaciones Rurales (COR), fue comisionado junto a su grupo como refuerzos en la comisaría 13ª de Arroyito, luego de que se interceptara un plan de ataque del EPP, que desafortunadamente se llevaría a cabo ese día.
Fariña y su grupo se desplazaron rápidamente desde su base hacia la zona de Kurusu de Hierro, inmediatamente después de que la comisaría 21ª fuera atacada a tiros, desde el frente y desde atrás de la unidad.
Este primer tiroteo dejó como saldo dos policías heridos, los suboficiales ayudantes Walterio González y Javier Machuca, aunque el EPP también sufrió una baja, la de Francisco Denis Almirón, un poblador de Kurusu de Hierro quien había iniciado la balacera desde una motocicleta en movimiento.
La explosión
Ya a últimas horas de la tarde, cuando las fuerzas especiales se disponían a replegarse, el suboficial Édgar Fariña subió a la carrocería de la patrullera Delta 1, asignada al jefe de Policía de Concepción, Crio. Princ. Antonio Gamarra.
El vehículo encabezó el convoy que iba a retornar a la ciudad de Concepción, aunque justamente por medidas de seguridad prefirieron regresar por Azotey y no por Horqueta. Sin embargo, casi inesperadamente, a solo ocho kilómetros de la comisaría de Kurusu de Hierro, recientemente atacada y en medio de la nada, se escuchó una fuerte explosión, que casi volcó la camioneta.
“Yo me iba sobre una madera, en la carrocería de la patrullera, y cuando escuché la detonación me caí sobre el oficial ayudante Alfredo Guerrero y el suboficial 2º Víctor Samuel Chávez, quienes estaban conmigo. A partir de entonces, solo escuché más detonaciones”, dijo ayer Fariña en su sala de internación del policlínico policial, al referirse al ataque a tiros que siguió al atentado con bomba contra el convoy policial.
Bombas y tiros
Los miembros del EPP, como esperando que los policías pasaran por Paso Tuyá, prepararon un dispositivo explosivo casero, activado a distancia por uno de los criminales, y luego también tres tiradores de la banda salieron del monte y rociaron a balazos la camioneta.
Pese a que los otros policías reaccionaron, en la cabina del móvil Delta 1, en el asiento trasero, detrás del acompañante, el suboficial 2º Cirilo Díaz Escobar (29) había quedado inmóvil y con una herida de metralla que le atravesó la cabeza y le produjo la muerte en el acto.
Los tres heridos, entre ellos Fariña, fueron derivados luego de la balacera a Santa Rosa del Aguaray y después traídos a Asunción.
En cama
De momento, luego de varias complejas intervenciones, el suboficial Édgar Fariña Fernández permanece postrado en cama, aunque dice no perder la esperanza de recuperarse y volver a la Policía. Sin embargo, también reconoce que fue un afortunado por sobrevivir.
Fuente: ABC
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