En otra ocasión se le ató un hilo
negro a la aldaba de su puerta (la aldaba se usaba mucho y hasta hoy persisten
en las mansiones tradicionales) y el más travieso de siempre fue Luca Niksich.
Ventana de una antigua mansión de Concepción |
Agazapado entre los cipreses d la Municipalidad (que mucho de antes recordarán
aun) aprovechaba la obscuridad de la noche y alzaba a vuelo la aldaba, que lo
escuchábamos desde la esquina de mi casa, a una cuadra. Salía al balcón en
ropas menores y no veía a nadie, por lo que cerraba su ventana.
Luego de unos
15 minutos, nuevamente el golpeteo, salía al balcón y nada nuevamente no veía.
Entonces se puso a pescar detrás de la puerta y al sonar nuevamente, abrió con
violencia la puerta y salió disparando a toda velocidad hasta la esquina, con
un revólver en la mano. Como a nadie vio , ahí
recién se le ocurrió investigar y se percató de que había un hilo por su aldaba,
y fue que escuchamos sus desaforados gritos de insultos y groserías y terminaba
la broma de los hijos de la Revolución.
Mucho después las autoridades
policiales con el juez allanaron la casa y lo despojaron de su revólver, pues
ya era cotidiana su salida al balcón, exhibiendo su arma.
Sus últimos centavos, veía que diariamente daba a las revendedoras que
le vendían chipas o bananas, algo triste en realidad que observaban los vecinos,
razón por lo que le hacían llegar platos de comidas, pro los rechazaba con un
orgullo increíble, haciendo decir a los que le enviaban que él no era ningún
pordiosero.
Como se describió arriba, después lo acepto solamente de una
familia, hasta que las autoridades lo tomaron y lo enviaron a un Asilo, donde
falleció con más de 80 años de edad. Sus hijos naturales, radicándose
Concepción y en Asunción no le asistían y luego d ir al Asilo y fallecer, se
presentaron para reclamar derechos. Retiraron objetos restantes, inclusive el
portón de hierro. Esta es la historia de un personaje concepcionero que marcó
época: don Rufino Otaño.
Un día Luca Niksich y Gustavo (Pili) Gómez Sosa decidieron comer
las exquisitas chirimoyas que abundaban en el patio de la Flia. Gadda. Era una
modesta casa muy antigua, construida a unos metros de la muralla sobre la calle
Mcal. López esquina Montevideo, al lado del Museo Municipal. Esta casa fue
demolida y ahí se tiene el parque ITAUNA. Los chirimoyos estaban cerca de la
muralla por lo que era necesario trepar es muro y una vez arriba tomarse de una
rama y subirse por ella para alcanzar el fruto. Esta misión le tocó a Gustavo
quién era el más diminuto y liviano pero con tanta mala surte que al
tomarse de la rama, ésta se desgajó y se
vino abajo dentro del patio comenzando a ladrarle un perrito lanudo. Luca observaba
desde la calle levantando el talón ya que tenía 1, 90 m de altura y como
siempre fue el personaje bromista del grupo, comenzó a gritar: “Señorita Gadda,
Srta. Gadda, acá entra un ladrón en su casa. Srta. Gadda Srta. Gadda el ladrón está
en su patio, pronto, pronto, venga a ver Srta. Gadda, ya entrada en edad abre
su encuentro d su amigo Luca con quién casi s toma a trompadas pero… amigos al
fin, toman en sorna y todo termina risas.
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