Lo caro era el hilo de algodón llamado “Ferretería”, único que aguantaba el vuelo las pandorgas y además permitía elevarlas hasta 500 u ochocientos metros.
Una noche se ingeniaron estos hermanos y decidieron echar al aire una enorme pandorga que por su peso requería igualmente una cola muy pesada. Sopesando con un complemento de tiras de trapos, adhieren a la cola un farolito hecho de tacuarillas forrado con papel de seda de colores y dentro con un mecanismo especial logran sujetar una vela de sebo que se adquiría en el almacén de don Nicolas Niksich por dos pesos.
Prendía la vela y consiguen elevar la enorme pandorga pero como sabíamos que eso significaba un peligro en el sentido de que podía caer el barrilete sobre algún rancho y producir incendio, motivo suficiente para que nos persiguiera la policía, hemos decidido ponernos a salvo con el barrilete y subimos todos a la torre de la Iglesia Catedral, en silencio absoluto.
Por supuesto, antes de una hora ya llegaron los policías y era lógico que se imaginen que el cabo proximal del barrilete estaría atado a un arbusto o maleza en el patio contiguo a la familia Miltos y que era nuestra canchita de fútbol. Los policías comenzaron a rastrear todo el terreno infructuosamente; por supuesto, mientras nosotros, con un miedo tremendo, observábamos agazapados en la obscuridad del tercer piso de la torre.
Agotada la vela, la policía, vencida, abandonó el lugar y fue cuando entonces recogíamos el hilo, descendíamos con nuestro barrilete e íbamos a la cama satisfechos con la hazaña cumplida, y cuántos, quizás, soñando con ella.
2 comentarios:
añorada anécdota, primitiva en mis enojos...pero romántica...nostalgia, lo estaré siguiendo y comentando. Bienvenido soy concepcionero!!!!!!!
La vida es novela...hay que escribir mucho.
Saludos de una copueblana
añorosa anécdota soy concepcionero...Bienvenido!!!!!!!
Lo estaré siguiendo y comentando, desde mi nostalgia, desde lo primitivo...desde mi frontera, la vida es novela, hay que escribir mucho.
Saludos de una compueblana.
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