Mediante declaraciones de oficiales paraguayos, caídos prisioneros en poder de los aliados, los brasileños se enteraron, allá por 1869, que el Mcal. López preparaba su huida, fuera del país, por el lado de Bolivia, pensando pasar después a Europa.
A raíz de este informe, la escuadra brasileña recibió orden de remontar el Rio Paraguay , estacionarse en poco mas arriba de concepción y vigilar el movimiento de las tropas paraguayas.
Las autoridades nacionales de la zona, alarmadas por la presencia de los acorazados brasileños, resolvieron internarse a una legua de la costa, y aguardar allí instrucciones del Mcal López.
Como la intriga era moneda corriente en la carpa de este ultimo, se le refirió sin fundamento alguno que los concepcioneros estaban dispuestos a rendirse. López montó en cólera. Y para dar un escarmiento, resolvió enviar a Concepción al mayor Gregorio Benítez, alias “Toro Pichaí”, para dar un escarmiento.
Ni bien este bárbaro llego a destino, procedió a lancear salvajemente a los hombres, mujeres y niños, presuntamente sospechosos de “traición”.
Los excesos cometidos pertenecen a las páginas más crueles de la historia humana. Sacrifico, inclusive, a mujeres embarazadas e innumerables menores de edad.
Ni bien este bárbaro llego a destino, procedió a lancear salvajemente a los hombres, mujeres y niños, presuntamente sospechosos de “traición”.
Los excesos cometidos pertenecen a las páginas más crueles de la historia humana. Sacrifico, inclusive, a mujeres embarazadas e innumerables menores de edad.
Aquel acontecimiento produjo una verdadera conmoción en toda la región norteña, que determino que muchos pobladores desearan un desembarco aliado, para poner termino a semejante carnicería.
En general, las victimas fueron aproximadamente cien, todas ellas personas de nivel distinguido en la culta ciudad de Concepción. La lista correspondiente a aparece en “La masacre de Concepción”, libro reimpreso por RP ediciones. En sus páginas se pueden leer todos los horrores cometidos por aquel forajido y sus mandados.
Saqueo a las victimas de la masacre
Según refirió Toro Pichaí a Don Héctor F. Decoud, el recibió personalmente del Mcal López las instrucciones de masacrar alas familias concepcioneras. Pero enseguida fue llamado a presentarse ante la Madame Lynch, quien, a su vez, le explico que debía proceder al incautamiento de todas las alhajas, monedas de oro y otros valores de las personas sacrificadas, hacer un inventario de todo eso y entregárselo personalmente a ella, al retornar de su misión punitiva.
Demás esta decir que Toro Pichaí cumplió gustoso esta segunda parte del plan, apoderándose de todos los objetos de valor que tuvo al alcance de sus manos. Inclusive, tuvo la osadía de presentarse en un baile, dado en su honor en Horqueta, con cadenas y rosario de oro al cuello, además de anillos de brillantes en cada dedo, menos el pulgar de cada mano. A tales extremos grotescos llego nuestro personaje.
Terminada su sangrienta faena, Toro Pichaí regreso del norte, con rumbo al campamento Cerro León, a rendir cuenta de su misión, pero interceptado cerca de Caraguatay por tropas brasileñas, se entrego a ellas con toda mansedumbre, ocultando su tesoro.
Terminada su sangrienta faena, Toro Pichaí regreso del norte, con rumbo al campamento Cerro León, a rendir cuenta de su misión, pero interceptado cerca de Caraguatay por tropas brasileñas, se entrego a ellas con toda mansedumbre, ocultando su tesoro.
Remitido preso a la Capital, estuvo recluido en el Dpto. Central de Policía, a las órdenes de Don Rufino Taboada. No obstante, logro escaparse y nunca fue juzgado. La impunidad es de larga data en nuestro país. Después fue capataz de Don Héctor F. Decoud y volvió al anonimato. Sin embargo, su obra maestra la “masacre de Concepción” quedo documentada y forma parte de la historia de la guerra de la Triple Alianza.
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