Su vida está marcada por negligencias médicas que le hicieron perder un bebé antes de nacer, y otro falleció dos días después de haber nacido. Un ejemplo de madre joven que renunció a muchas cosas para estudiar y criar a su hijo.
La joven madre nos contó su historia de lucha y amor por su hijo: “Soy madre de un niño de 11 añitos, Él se llama Enriquito Coelho, estoy casada con Enrique Coelho de Souza, nací en Concepción. Esta es mi historia. A los 19 años, estando en el probatorio de Medicina perdí la visión del lado derecho; por ese problema dejé de estudiar la carrera que siempre quise. Mi sueño era ser doctora en cardiología”, recordó.
Indicó que a los 21 años quedó embarazada. “Mi hijo nació con dificultad respiratoria por una negligencia médica. En la ciudad donde vivía entonces, Concepción, no había terapia, trasladaron a mi hijo en una ambulancia sin oxígeno, y por ello tuvo hipoxia cerebral. En la capital recibió cuidados intensivos por 15 días. Una vez dada el alta, volvimos a nuestra ciudad”.
Pasaron los meses y notó –con su familia– ciertas anomalías en su hijo. “Él no tenía control de cabeza, a los seis meses no se sentaba. Tanta era nuestra insistencia, que consultamos con un neurólogo, y el diagnóstico fue parálisis cerebral. Acá empezó una lucha día a día. Nos trasladamos a Asunción, y para su rehabilitación recorrimos todos los centros médicos necesarios”, dijo.
Indicó que a los 21 años quedó embarazada. “Mi hijo nació con dificultad respiratoria por una negligencia médica. En la ciudad donde vivía entonces, Concepción, no había terapia, trasladaron a mi hijo en una ambulancia sin oxígeno, y por ello tuvo hipoxia cerebral. En la capital recibió cuidados intensivos por 15 días. Una vez dada el alta, volvimos a nuestra ciudad”.
Pasaron los meses y notó –con su familia– ciertas anomalías en su hijo. “Él no tenía control de cabeza, a los seis meses no se sentaba. Tanta era nuestra insistencia, que consultamos con un neurólogo, y el diagnóstico fue parálisis cerebral. Acá empezó una lucha día a día. Nos trasladamos a Asunción, y para su rehabilitación recorrimos todos los centros médicos necesarios”, dijo.
Recordó que viajaron a varios países en busca de soluciones. Con el correr del tiempo, le empezó a interesar la carrera de fisioterapia. “Me dije ‘por qué no estudio para poder tener conocimiento de todo lo relacionado con el problema de mi hijo’. Empecé a estudiar en Asunción, y al tercer año de mi carrera quedé embarazada, y al noveno mes mi bebé falleció por una negligencia médica. Fue un duro golpe”, señaló.
“A pesar de todo tenía la obligación y el deber de seguir mis estudios por mi hijo, me recibí con honores: fui medalla de oro en mi promoción. Yo era madre, padre, porque mi marido se quedó en mi cuidad por su trabajo para solventar los gastos. Le llevaba de mañana y de tarde a su terapia, de noche iba a la facultad y de madrugada estudiaba. Así pase los años de mi carrera”, explicó.
“Teniendo mi hijo 7 añitos, de nuevo quedé embarazada. Tuve un embarazo de alto riesgo, con tratamiento. En la Argentina, cada diez días me realizaban transfusiones intrauterinas por poseer incompatibilidad sanguínea. Soy madre Rh negativo, y con mi primer hijo no me aplicaron la vacuna anti-Rh, una negligencia más”, aseguró.
“Tras nacer, mi hijo falleció dos días después. Otro golpe más a nuestras vidas”, recordó con tristeza.
Leyla Medina actualmente vive en Horqueta, en el departamento de Concepción, con su familia, trabajando en su profesión, que ama, y además es la terapeuta de su hijo. “¡Qué madre no haría todo por su hijo! Estudié por y para él. Porque sé que él me necesita. Por eso es triste ver a madres que tienen hijos con discapacidad y los esconden y no luchan por ellos, o los abandonan”, refirió.
“Dios nos da hijos así para que seamos más fuertes y porque sabe que tenemos la capacidad de amor para brindarles. Mi hijo participa en todas las actividades, juega al fútbol; no puede caminar independientemente, pero sí con ayuda. Cursa el quinto grado en una escuela normal, con excelentes calificaciones. Hoy camina con andador y también comienza a movilizarse con bastones canadienses”, señaló.
Mensaje
“Madres, nunca se rindan, luchen por sus hijos; ellos son nuestra vida. La inclusión en la sociedad es muy importante para que ellos se sientan importantes y útiles. Son seres como nosotros; solo que hay personas que no entienden que la discapacidad no es más que la incapacidad de entender que todos somos distintos”, sostuvo.Finalmente, dijo: “Tengo una razón enorme para seguir adelante: es mi hijo, y seguiré en la lucha para que él pueda caminar”.
“A pesar de todo tenía la obligación y el deber de seguir mis estudios por mi hijo, me recibí con honores: fui medalla de oro en mi promoción. Yo era madre, padre, porque mi marido se quedó en mi cuidad por su trabajo para solventar los gastos. Le llevaba de mañana y de tarde a su terapia, de noche iba a la facultad y de madrugada estudiaba. Así pase los años de mi carrera”, explicó.
“Teniendo mi hijo 7 añitos, de nuevo quedé embarazada. Tuve un embarazo de alto riesgo, con tratamiento. En la Argentina, cada diez días me realizaban transfusiones intrauterinas por poseer incompatibilidad sanguínea. Soy madre Rh negativo, y con mi primer hijo no me aplicaron la vacuna anti-Rh, una negligencia más”, aseguró.
“Tras nacer, mi hijo falleció dos días después. Otro golpe más a nuestras vidas”, recordó con tristeza.
Leyla Medina actualmente vive en Horqueta, en el departamento de Concepción, con su familia, trabajando en su profesión, que ama, y además es la terapeuta de su hijo. “¡Qué madre no haría todo por su hijo! Estudié por y para él. Porque sé que él me necesita. Por eso es triste ver a madres que tienen hijos con discapacidad y los esconden y no luchan por ellos, o los abandonan”, refirió.
“Dios nos da hijos así para que seamos más fuertes y porque sabe que tenemos la capacidad de amor para brindarles. Mi hijo participa en todas las actividades, juega al fútbol; no puede caminar independientemente, pero sí con ayuda. Cursa el quinto grado en una escuela normal, con excelentes calificaciones. Hoy camina con andador y también comienza a movilizarse con bastones canadienses”, señaló.
Mensaje
“Madres, nunca se rindan, luchen por sus hijos; ellos son nuestra vida. La inclusión en la sociedad es muy importante para que ellos se sientan importantes y útiles. Son seres como nosotros; solo que hay personas que no entienden que la discapacidad no es más que la incapacidad de entender que todos somos distintos”, sostuvo.Finalmente, dijo: “Tengo una razón enorme para seguir adelante: es mi hijo, y seguiré en la lucha para que él pueda caminar”.
Fuente: Fredy Rojas - ABC Color
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